Jardines que inspiran, ciudades que aprenden

El pasado mes de Julio de 2025, integrantes de la Fundación Ojos de Mar (Chile) realizamos un recorrido por jardines y parques en València, Madrid y Barcelona, espacios que nos brindaron aprendizajes sobre restauración ecológica, educación ambiental y disfrute comunitario en medio de las ciudades. Estos lugares, con sus invernaderos, zonas de restauración y áreas verdes, nos mostraron cómo es posible combinar conservación, turismo y bienestar social, inspirándonos a seguir reflexionando sobre el potencial de nuestros propios espacios naturales urbanos en Chile.
Jardines que Inspiran, Ciudades que Aprenden
Este viaje a Europa no solo fue una experiencia de difusión y encuentro con activismos ambientales de distintas latitudes, también fue un tiempo para detenernos, observar y aprender de otras formas de habitar los territorios urbanos. En medio de congresos, presentaciones y conversaciones urgentes sobre el futuro de nuestros humedales costeros, también nos regalamos momentos de calma en parques, jardines y espacios verdes de Valencia, Madrid y Barcelona.
En Madrid, los jardines botánicos nos sorprendieron con su capacidad de integrar restauración, turismo y educación ambiental en un mismo espacio. Los invernaderos, las áreas de conservación y la manera en que se explica el valor de cada especie convierten al lugar en un aula abierta, un punto de encuentro vivo entre naturaleza y ciudad. Allí, estudiantes, familias y turistas de distintas partes del mundo comparten un mismo paisaje, respirando un aire que recuerda lo esencial: la convivencia con la naturaleza no es un lujo, sino una necesidad.
La visita nos dejó una pregunta insistente: ¿Cómo sería nuestro Parque DYR si contara con una administración comprometida y sostenida?
Seguramente San Antonio sería una ciudad distinta, más amigable, con un espacio verde que no solo albergue biodiversidad, sino también a la comunidad en torno al disfrute, el aprendizaje y la restauración ambiental, pero sin ser la mitigación de un sacrificio ambiental.
En Barcelona y Valencia, la experiencia se repitió con matices propios: parques que funcionan como pulmones urbanos, jardines que rescatan especies nativas y zonas de sombra que, incluso en medio de una ola de calor sin precedentes, nos permitieron descansar bajo árboles centenarios. Estos espacios urbanos nos enseñan que la infraestructura verde no es un accesorio, sino una respuesta concreta a la crisis climática y a la necesidad de ciudades resilientes.
Cada recorrido fue también un recordatorio: la esperanza se cultiva. Y así como en Europa encontramos parques que son ejemplos de gestión, restauración y belleza compartida, en nuestro territorio seguimos defendiendo y soñando con espacios donde la naturaleza y la comunidad puedan encontrarse en equilibrio.


















